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15 agosto 2016
BIOGRAFÍA DE AUGUSTO B. LEGUÍA (RESUMEN)
Augusto Bernardino Leguía Salcedo nació en Lambayeque (noroeste de Perú) el 19 de febrero de 1863. Sus padres fueron don Nicanor Leguía (hacendado) y doña María del Carmen Salcedo. Estudió en su ciudad natal hasta que a los 13 años sus padres lo enviaron a estudiar al Colegio Inglés de Valparaíso (Chile).
Regresó con 16 años y empezó a trabajar en la casa comercial Prevost, en Lima. En 1880, durante la Guerra contra Chile se ofreció de voluntario y combatió en la batalla de Miraflores (15-1-1881).
Después de la guerra se dedicó exitósamente a la exportación de azúcar y arroz a Chile, y de cueros a Estados Unidos. Más tarde, hizo fortuna como vendedor de seguros de la estadounidense New York Life Insurance Company. En 1890, se casó con Julia Swayne y Mariátegui, rica heredera de una familia aristocrática peruana, y continuó amasando fortuna con la exportación de azúcar. Fue gerente de la British Sugar Company Limited, dueña de haciendas en Cañete y Nepeña.
Al comenzar el siglo XX, ingresó al Partido Civil y su prestigio en los negocios le valieron para ser Ministro de Hacienda de los presidentes Manuel Candamo (1903-1904), Serapio Calderón (1904) y José Pardo y Barreda (1904-1908). En 1908, se convirtió en Presidente del Perú y puso empeño en solucionar los problemas fronterizos con los países vecinos, logrando firmar tratados de límites con Brasil y Bolivia en 1909. A nivel interno, hizo frente a numerosos intentos de derrocarlo siendo el más grave el que organizaron los pierolistas en mayo de 1909. Además, reprimió numerosas protestas de la clase obrera que demandaba mejores condiciones de trabajo y mejores salarios. En enero de 1911, promulgó la Ley de Accidentes de Trabajo. Su primer gobierno terminó en 1912.
Entre 1913 y 1918, radicó en Estados Unidos e Inglaterra dedicándose a sus negocios azucareros. A principios de 1919, regresó al Perú y presentó su candidatura a la presidencia del Perú. Pero esta vez lideraba el nuevo Partido Democrático Reformista, de orientación populista. Asi logró vencer al candidato de la oligarquía, el civilista Antero Aspillaga. Sin embargo, al sospechar un inminente fraude en el escrutinio, Leguía encabezó un golpe de estado el 4 de julio de 1919. Ya en el poder, Leguía mandó encarcelar o desterrar a muchos miembros del Partido Civilista y convocó a elecciones para una Asamblea Constituyente, la misma que redactó la Constitución de 1920, que incluyó algunas leyes en favor de los obreros y los campesinos indígenas. Después se hizo reelegir en las elecciones de 1924 y 1929.
Desde inicios de su mandato, Leguía se empeñó en modernizar la ciudad de Lima con miras a las grandes celebraciones que planeaba por los centenarios de la Proclamación de la Independencia (1821-1921) y la batalla de Ayacucho (1824-1924). Respaldado por fuertes empréstitos de la banca estadounidense, su gobierno expandió y embelleció la Ciudad Capital con grandes avenidas, plazas, monumentos y hospitales. Además, mandó construir muchas carreteras e importantes obras de irrigación.
Para cerrar las fronteras, firmó los polémicos tratados Salomón-Lozano con Colombia (1922) y Rada-Figueroa con Chile (1929). Con el tratado de 1922, Perú cedió el Trapecio Amazónico a Colombia, pero conservó Maynas. Con el de tratado de 1929, Perú renunció a la provincia de Arica, pero recuperó Tacna.
Leguía era partidario de la llegada de grandes empresas extranjeras que inviertan en las extracción de materias primas en Perú y generen empleo y desarrollo. Así, firmó el Laudo de París (1922) que favoreció los intereses de la estadounidense Internacional Petroleum Company y en 1928 otorgó los ferrocarriles a perpetuidad a la inglesa Peruvian Corporation. Numerosas compañías extranjeras, sobre todo mineras estadounidenses, obtuvieron grandes ganancias aprovechando las facilidades tributarias y la mano de obra barata. Esto fue criticado por numerosos intelectuales y políticos, entre quienes destacaron Víctor Raúl Haya de la Torre (fundador del APRA en 1924) y José Carlos Mariátegui (fundador del Partido Socialista en 1928).
El descontento por el autoritarismo y las políticas pro imperialistas de Leguía, generaron numerosas protestas que fueron reprimidas duramente. Su reelección en 1929, generó mucho rechazo, lo que se desbordó cuando llegaron los efectos del Crac de Nueva York (octubre de 1929). La crisis estadounidense provocó caída de las exportaciones, cierre de los empréstitos, demora en los salarios y mucho desempleo. La crisis económica, social y política se agravaba cuando estalló la rebelión del comandante Luis Miguel Sánchez Cerro el 22 de agosto de 1922, en Arequipa. Leguía se aferró al cargo, pero el día 25 la guarnición de Lima le exigió su renuncia. Recién entonces, Leguía dimitió y trató de huir del país. Sin embargo, Sánchez Cerro hizo que lo encarcelen y lo procesen judicialmente.
Estando en prisión, Leguía sufrió el agravamiento del cáncer de próstata y adquirió una bronconeumonía que lo llevó a la muerte. Falleció en el Hospital Naval del Callao el 6 de febrero de 1932.
Regresó con 16 años y empezó a trabajar en la casa comercial Prevost, en Lima. En 1880, durante la Guerra contra Chile se ofreció de voluntario y combatió en la batalla de Miraflores (15-1-1881).
Después de la guerra se dedicó exitósamente a la exportación de azúcar y arroz a Chile, y de cueros a Estados Unidos. Más tarde, hizo fortuna como vendedor de seguros de la estadounidense New York Life Insurance Company. En 1890, se casó con Julia Swayne y Mariátegui, rica heredera de una familia aristocrática peruana, y continuó amasando fortuna con la exportación de azúcar. Fue gerente de la British Sugar Company Limited, dueña de haciendas en Cañete y Nepeña.
Al comenzar el siglo XX, ingresó al Partido Civil y su prestigio en los negocios le valieron para ser Ministro de Hacienda de los presidentes Manuel Candamo (1903-1904), Serapio Calderón (1904) y José Pardo y Barreda (1904-1908). En 1908, se convirtió en Presidente del Perú y puso empeño en solucionar los problemas fronterizos con los países vecinos, logrando firmar tratados de límites con Brasil y Bolivia en 1909. A nivel interno, hizo frente a numerosos intentos de derrocarlo siendo el más grave el que organizaron los pierolistas en mayo de 1909. Además, reprimió numerosas protestas de la clase obrera que demandaba mejores condiciones de trabajo y mejores salarios. En enero de 1911, promulgó la Ley de Accidentes de Trabajo. Su primer gobierno terminó en 1912.
Entre 1913 y 1918, radicó en Estados Unidos e Inglaterra dedicándose a sus negocios azucareros. A principios de 1919, regresó al Perú y presentó su candidatura a la presidencia del Perú. Pero esta vez lideraba el nuevo Partido Democrático Reformista, de orientación populista. Asi logró vencer al candidato de la oligarquía, el civilista Antero Aspillaga. Sin embargo, al sospechar un inminente fraude en el escrutinio, Leguía encabezó un golpe de estado el 4 de julio de 1919. Ya en el poder, Leguía mandó encarcelar o desterrar a muchos miembros del Partido Civilista y convocó a elecciones para una Asamblea Constituyente, la misma que redactó la Constitución de 1920, que incluyó algunas leyes en favor de los obreros y los campesinos indígenas. Después se hizo reelegir en las elecciones de 1924 y 1929.
Desde inicios de su mandato, Leguía se empeñó en modernizar la ciudad de Lima con miras a las grandes celebraciones que planeaba por los centenarios de la Proclamación de la Independencia (1821-1921) y la batalla de Ayacucho (1824-1924). Respaldado por fuertes empréstitos de la banca estadounidense, su gobierno expandió y embelleció la Ciudad Capital con grandes avenidas, plazas, monumentos y hospitales. Además, mandó construir muchas carreteras e importantes obras de irrigación.
Para cerrar las fronteras, firmó los polémicos tratados Salomón-Lozano con Colombia (1922) y Rada-Figueroa con Chile (1929). Con el tratado de 1922, Perú cedió el Trapecio Amazónico a Colombia, pero conservó Maynas. Con el de tratado de 1929, Perú renunció a la provincia de Arica, pero recuperó Tacna.
Leguía era partidario de la llegada de grandes empresas extranjeras que inviertan en las extracción de materias primas en Perú y generen empleo y desarrollo. Así, firmó el Laudo de París (1922) que favoreció los intereses de la estadounidense Internacional Petroleum Company y en 1928 otorgó los ferrocarriles a perpetuidad a la inglesa Peruvian Corporation. Numerosas compañías extranjeras, sobre todo mineras estadounidenses, obtuvieron grandes ganancias aprovechando las facilidades tributarias y la mano de obra barata. Esto fue criticado por numerosos intelectuales y políticos, entre quienes destacaron Víctor Raúl Haya de la Torre (fundador del APRA en 1924) y José Carlos Mariátegui (fundador del Partido Socialista en 1928).
El descontento por el autoritarismo y las políticas pro imperialistas de Leguía, generaron numerosas protestas que fueron reprimidas duramente. Su reelección en 1929, generó mucho rechazo, lo que se desbordó cuando llegaron los efectos del Crac de Nueva York (octubre de 1929). La crisis estadounidense provocó caída de las exportaciones, cierre de los empréstitos, demora en los salarios y mucho desempleo. La crisis económica, social y política se agravaba cuando estalló la rebelión del comandante Luis Miguel Sánchez Cerro el 22 de agosto de 1922, en Arequipa. Leguía se aferró al cargo, pero el día 25 la guarnición de Lima le exigió su renuncia. Recién entonces, Leguía dimitió y trató de huir del país. Sin embargo, Sánchez Cerro hizo que lo encarcelen y lo procesen judicialmente.
Estando en prisión, Leguía sufrió el agravamiento del cáncer de próstata y adquirió una bronconeumonía que lo llevó a la muerte. Falleció en el Hospital Naval del Callao el 6 de febrero de 1932.
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